
La mirada del médico infectólogo Ricardo Teijeiro y Eldertec, especialista en salud
Cuando muchos habían dado por terminada la pandemia de coronavirus, el rebrote de casos que antecedió a las fiestas y la irrupción de las variantes Delta, primero, y Omicron, después, están obligados a un replanteo de la situación sanitaria en general y el uso del barbijo se puso otra vez en el centro de la escena.
«Con la baja de casos que se vino registrando hasta hace un mes, sumado a la disposición que dejó de obligar su uso en espacios al aire libre, las ventas habían caído entre 30 y 40%; ahora subieron un 100% en las últimas dos semanas», cuenta Santiago De Agostini, gerente comercial y jefe de ventas institucionales de ElderTec, compañía familiar con casi 20 años en el mercado dedicado a la comercialización y distribución de insumos para la salud.
De Agostini detectó que, con la llegada de la tercera ola de coronavirus y el impacto de las nuevas variantes, aumentaron también las dudas y consultas de la gente acerca de qué barbijo usar.
«Estas inquietudes tienen de contexto, además, un cambio en el comportamiento de los consumidores que al principio adquirirían los tapaboca en cualquier lugar sin preguntar demasiado, sobre todo en un momento donde la libre importación de esta clase de productos terminaría una oferta indiscriminada que ahora inició un proceso de depuración», explicó.
La tercera ola de coronavirus no solo revivió, acentuándolas, las inquietudes relacionadas con la calidad de los barbijos sino también en relación a sus criterios de uso.
Ricardo Teijeiro, médico infectólogo del Hospital Pirovano e integrante de la Sociedad Argentina de Infectología, señala que el uso de barbijos en lugares cerrados sigue siendo fundamental y que, en espacios abiertos, también hay que usar cuando no se puede garantizar una separación mínima de dos metros entre las personas.
Según Teijeiro, no existen especificaciones técnicas sobre formas o intensidad de uso de las mascarillas en relación a las edades o época del año. «La relación de los barbijos con la edad tiene solo como determinante que existen grupos etarios que tendencialmente promueven más los contactos a nivel social y por eso se debe reforzar más en ellos la costumbre de utilizar».
A su vez, el factor verano incide sólo en que es «un periodo en el que podemos pasar más tiempo al aire libre y, con las recomendaciones de distanciamiento, tenemos menos posibilidades de contagios; no así el invierno, donde se tiende a estar encerrado , con contactos más estrechos y por ende más prolives a la propagación del virus», completa el especialista.
El uso de tapabocas ha vuelto a ponerse en el centro de la atención pública también por el hecho de que las vacunas existentes, si bien logran disminuir la gravedad de los efectos de la enfermedad, no impiden que la gente se contagie.
En este contexto y cuando la perspectiva es que la presencia del barbijo se mantiene en forma indefinida como imposición o hábito, Teijeiro rechaza de plano que su uso por tiempo prolongado pueda tener alguna consecuencia para la salud.
«Los médicos y el personal de salud en general usamos barbijos desde mucho antes de la pandemia y durante largos espacios de tiempo ininterrumpidos. Solo para dar un ejemplo, una neurocirugía puede durar hasta 12 horas y más, y durante ese tiempo nadie se saca el barbijo en ningún momento, si fuera dañino seríamos los primeros en vernos afectados y eso no sucede».
De esta manera, el infectólogo se suma a los profesionales de la salud que salió a desmentir enfáticamente la fake news que circuló acerca de que el uso por muchas horas de mascarillas podía generar «hipoxia», como se llama al déficit de oxígeno en un organismo .
«Bajo ningún punto de vista puede producir hipoxia el uso de barbijo», aseguró Teijeiro, en línea con los expertos que señalan que los tejidos del tapabocas dejan pasar el gas y el oxígeno, precisamente, es un gas. No existe ningún estudio científico que indique que el uso de mascarillas o tapabocas pueda producir este déficit de oxígeno, coinciden los especialistas.
Eldertec expresó su acuerdo con la empresa coreana Toptec para comercializar en la Argentina en forma exclusiva los barbijos «AirQueen Nano», barbijos confeccionados con nano fibras que otorgan un filtrado de protección contra virus y bacterias del 99,63%, superior a todas las mascarillas existente, al mismo tiempo que ofrece un 99% de respirabilidad.
El uso de nanofibras, de un tamaño equivalente a una mil millonésima parte de un metro o la millonésima parte de un milímetro, asegura que la distancia entre las fibras sea mucho menor al que tienen los mejores barbijos del mercado. Por ejemplo, «mientras un barbijo de primera calidad tiene un filtro de fundido en tres capas de 5000 fibras, los AirQueen Nano tienen cuatro capas que generan 15.000 filtros», detalla De Agostini.